Traducido por Marco Gámez
A principios de esta semana escribí sobre un lanzador que solamente lanza bolas rectas. Hoy les voy a hablar de un bateador que solía triturar las rápidas, pero que no le iría tan bien contra un lanzador como Robert Suárez en un juego de este año.
Entre 2020 y 2023, Randy Arozarena tuvo un wOBA de .398 contra las rápidas, una cifra que compartió con jugadores como Trea Turner y Fernando Tatis, Jr. durante ese mismo período. Esa consistencia contra el arma más utilizada en el juego impulsó a Arozarena a un OPS+ de 126 en esas más de tres temporadas, mientras enmascaraba sus peores actuaciones en general contra los giros y los lanzamientos de baja velocidad. Bateó sólo .232 con un wOBA de .288 contra los envíos secundarios, colocándolo al mismo nivel que Jake McCarthy y Aledmys Díaz.
Esa forma de producción (excelente contra los envíos rápidos y ver qué pasa contra todos lo demás) ha sido una estrategia exitosa para bastantes bateadores durante muchos años, pero hace que sea crucial para un jugador triturar esas rectas en la zona cuando surge la oportunidad. En lo que va de 2024, Randy no ha podido hacer eso:
Y él ha sido su típico yo mediocre contra todos los demás envíos, bateando .184 con un wOBA de .251. Este tipo de caída en el rendimiento sugiere una disminución de las habilidades o una lesión; sin embargo, en su mayor parte, al mirar bajo el cofre, Arozarena parece ser más o menos el mismo bateador, con algunas excepciones notables:
Sus decisiones de swing, según las mediciones de SEAGER, han caído del 10% superior de la Liga a estar solo ligeramente por encima del promedio de la Liga, y sus índices de contacto en la zona y contra esos problemáticos lanzamientos secundarios también han disminuido. Su calidad de contacto sigue siendo buena y continúa halando tantos elevados como durante la mejor temporada de su carrera que fue el año pasado. Su tasa de persecución incluso ha mejorado con respecto a la temporada pasada, cuando ya la había reducido lo suficiente como para tener una tasa de boletos del 12.2%, la mejor de su carrera. Entonces, ¿por qué esa combinación suma un promedio por debajo de .200 y un DRC+ de 79 después de que tuvo 112 la temporada pasada?
En los juegos de la última media temporada, los lanzadores parecen haberse dado cuenta del intento de Arozarena de limitar su expansión de la zona, y han comenzado a lanzarle, sin descanso, dentro de la zona mientras intenta pacientemente evitar perseguir lanzamientos secundarios que se hunden debajo de sus rodillas. Ese momento de indecisión cuando está en modo defensivo—también conocido como “no te dejes engañar”—en lugar de atacar lleva a que los lanzadores le roben strikes con lanzamientos claramente triturables como éste:
El porcentaje de lanzamientos que Arozarena ve en la zona establecería la marca más alta de su carrera en una temporada completa, y eso lo llevó a tener que sobrevivir contra peores conteos en los más prolongados turnos al bate: más del 30% de los lanzamientos que ha visto esta temporada ha llegado cuando ha estado por detrás en la cuenta (más strikes que bolas malas), lo que establecería otro récord personal. La Liga colectivamente batea justo a nivel de la Línea Mendoza para acompañar un SLG de .300 cuando está atrás en el conteo, y eso no es diferente para Randy; totaliza .196 y .266, respectivamente, cuando está por detrás en la cuenta, y eso contribuye en gran medida a la tasa de ponches de poco menos del 30% que registra en 2024.
Para empeorar las cosas, cuando Arozarena logra estar en un conteo favorable en un largo turno al bate, no ha aprovechado la oportunidad para hacer daño. Los lanzamientos que pueden ser bateados y se dejan pasar son un sub componente de SEAGER que mide qué tan agresivos son los bateadores contra los lanzamientos que pueden chocar. En conteos de 3-1, uno de los conteos más favorables que existen para los bateadores, Randy tiene una tasa de dejar pasar lanzamientos que pueden ser bateados del 43%. El promedio de la liga en ese conteo es del 21%. Eso perjudica su calidad de contacto, y podemos verlo en este gráfico, mostrando el porcentaje de elevados y líneas de Arozarena (rojo) y lanzamientos que pueden ser bateados dejados pasar (verde) en ventanas de 250 lanzamientos:
A medida que vio pasar más lanzamientos, bateó menos bolas por el aire. La tasa de roletazos siempre ha sido un indicador de su producción, y después de reducirla a la mejor marca de su carrera del 42.8% la temporada pasada, Arozarena tiende a volver a esa marca del 50% que ha promediado durante la mayor parte de su carrera.
La buena noticia es que de todos los problemas que puede tener un bateador, ser demasiado paciente es uno de los más fáciles de solucionar. Eso no quiere decir que sea tan simple como “abanicar más” (es casi seguro que su pasividad se debe a que intenta solucionar otro problema, como ser engañado por lanzamientos rompientes que pasan por el mismo túnel que las rectas que deja pasar y que son strikes cantados), pero es una solución más sencilla que aislar un problema mecánico dentro de un swing.
Con sólo 29 años, todavía en posesión de un potencial de poder muy por encima del promedio y uno de los mejores ojos del juego en el plato, Arozarena es demasiado bueno para estar sumido en esta crisis por tanto tiempo. Sólo tiene que reiniciarse y volver a ser agresivo.
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